CÉSAR MALLORQUÍ nos envía una nota escrita especialmente para los lectores de este blog:
“Suelo comentar que los escritores somos como caballos de carreras que corremos solos en hipódromos vacíos. Nuestro trabajo es muy solitario; nadie nos jalea, nadie nos anima a seguir adelante. Pero a veces, cuando hemos corrido bien, alguien se acerca, nos acaricia el lomo y nos da un terrón de azúcar. Bueno, pues eso son los premios. Y el Cervantes Chico ha sido para mí un terrón de azúcar muy, muy, muy dulce. Deliciosamente dulce. Los caballos no hablan, pero yo sí puedo hacerlo. Para decir: gracias.”
Le agradecemos sinceramente este detalle.
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